Wednesday, October 11, 2006

Una noche de verano

Esta historia es real. No sé a quién le pasó aunque si sé que pasó por que la viví de cerca. Eran dos personas demasiado cercanas a mí pero una de ellas estaba lejos por que nunca quiso acercarse. Me dolió tanto todo esto que preferí olvidar todo. De verdad. Bloqueado. Hasta hoy. Creo justo hablar de esto y creo justo hablarlo aquí y ahora. Perdón si sabes quién fuiste. Eras tú y era yo. Y tú te fuiste y él que se queda recuerda. Y yo recordé. Y aunque nunca supiste la parte que me tocaba, creo que alguien te la contará. La parte que te tocó yo no la supe hasta hace un año y aunque complementó mi memoria perdida por diez años, no pude evitar que me doliera así como tú no podrás evitar que te duela esto que vas a leer.

Un atardecer. Una colina rodeada de casuchas en un muy mal barrio. Tú y él llegaron a tomar un helado y mirar el atardecer sobre las montañas de Chilpancingo. Él tenía otras intenciones para contigo pero tú lo sabías y no te importaba. Muy probablemente la oveja con piel de lobo era él y tú al contrario. De pronto, la pesadilla se desató para todos. Y tú viviste la tuya sin saber que acá vivía la mía. Y apenas comenzaba.

Seis tipos. Un par de armas. Un cobarde que vivió y un valiente que murió por dentro. Una niña que quedó atrapada dentro del cuerpo de una mujer que nunca supo encontrar el camino de vuelta a ser mujer y niña y joven y preciosa persona.

Les quitaron el auto. Te violaron. Una. Dos. Muchas veces. A él lo golpearon. Pidió piedad como nena. Rogó que no lo tocaran y te dejó sola, ahí a tu suerte mientras huía "por ayuda".

Tu mamá no me llamó hasta bien entrada la noche. 21 años tenía yo. Cuándo me contó que tu precioso príncipe había aparecido y que quería pedirme ayuda pero no podía por el conflicto, dentro de mí, todo se quebró. Y los dos segundos de indecisión entre encogerme de hombros y seguir durmiendo y levantarme, vestirme, llamar a quién llamé, la ayuda de plomo con cañón recortado que me dio ese hombre que siempre será más padre para mí que todos los que tuve, esa noche, mientras a tí te rompían la voluntad, a mí me encendían un fuego dentro que nunca se apagó.

Sí. Los encontramos. Yo de metiche, el Gordo, amigo judicial de mi papá, Chucho Luchas, otro judicial. Los encontramos y te juro por Dios que nunca gocé más una golpiza. Tú dormías en el hospital. Y yo despertaba al animal que tántas veces les he rogado dejar en paz. Y los patée y los golpée y ayudé a conectar el cable para hacerlos aúllar y hablar y dije mil veces "no" cuándo el Gordo me preguntaba "¿ya, m'ijo?". Y dije "ni madres" cuándo el más chico de los asaltantes me pidió que ya, que no quería hacer daño. Y te juro por Dios santo que es verdad, que estuve a punto de matar por tí. Pero más por mí. Por eso que se murió esa noche con mi inocencia. Por qué, ¿te acuerdas que pasó cuándo despertaste tres días después en tu cuarto de hospital?.Me viste. lloramos. Y pediste por el. Por el cobarde hijo de puta que te dejó sola. Por el cobarde hijo de perra que sostuvo tu mano ante el altar un año más tarde. Por el cobarde hijo de su chingada madre que nos jodió a todos y siempre juró que todos lo habíamos jodido.

Si. Te violaron. Sí, ayudé a encontrar a los culpables. Sí, casi los maté. Sí, ellos fueron los mismos que mataron a los chicos en el cerro del Huiteco. Sí, esta historia es cierta. Y hoy la recordé. Y me duele, Mucho.