Tuesday, October 17, 2006

Lecciones Compartidas...

Cuándo estás en medio de un dolor, es casi imposible salir de él sin compartir lo que sientes. Y cuándo lo haces, por lo regular te conviertes en un ser hostil, aislado, incapaz de comunicar lo que sientes. Yo lo hice. Hace siete años. Debí decir como me sentía. Debí explicar lo que tenía dentro. Pero no lo hice y eso me llevó a cometer severos errores en mis relaciones amistosas, personales y familiares. Desafortunadamente hoy creo muy difícil recuperar a mi familia pero lo voy a intentar por que de ahí tengo, quiero partir.
Sí, estuve en Cuernavaca a punto de cometer el peor error de mi vida y de paso, joderle la vida a dos personas. Estuve en dónde creí que habían comenzado todos mis problemas. Estuve en el lugar dónde terminó una historia y comenzó otra. Y a segundos de que cometiera una estupidez, una llamada cambió todo. Paco me necesitaba de regreso en Chilpancingo. Dos horas y media después, la historia que yo viví hace 7 años, él la sufrió. Una infidelidad le quitó las ganas de muchas cosas. Y los dos culpamos a las personas equivocadas cuándo en realidad los únicos culpables de nuestra situación somos nosotros mismos.
Sí. Tengo un problema muy feo. No sé dejar ir. No sé abandonar. Y, según recuerdo, Robert DeNiro, mi Bobby, lo resume así en Heat: "siempre tienes que estar listo para dejar ir por que nunca sabes cuándo tendrás que partir sin poder llevarte todo lo que quisieras llevarte contigo". En ese caso él se refería a que en determinado momento tendría que huir de la ley y abandonar todo, puesto que era un ladrón. En mi caso, tal vez se refiera a que tengo que estar consciente que no me puedo quedar con las cosas que quiero cerca de mí todo el tiempo.
Y anoche, noche del lunes, en medio de la lluvia y de mi callada desesperación, aprendí a compartir esos sentimientos con la persona que se ha convertido en mucho más que un amigo. Desafortunadamente, él tuvo que sufrir un golpe terrible para comprender lo que yo ya sabía desde hace tiempo en mí: estamos solos a menos que nos apoyemos los unos en los otros. Fue como una revelación asimoviana. De que somos una broma cósmica indiferente. Pero que tenemos solución. Y comenzaremos con recuperar las vidas que perdimos por casi diez años: nuestras vidas. Así es. A los 31 y 35, volveremos a los antros, a ponernos de khaki y mezclilla, a conquistar viejas como lo hacíamos antes. Sí. El ejército indestructible que fuimos una vez, comienza de nuevo...

Y, señoras y señoras, que comiencen los juegos, por que si antes éramos de peligro, ahora somos lo peor que le puede pasar al mundo. Que guarden a sus hijas y que saquen las botellas.

Lecciones Compartidas...

Cuándo estás en medio de un dolor, es casi imposible salir de él sin compartir lo que sientes. Y cuándo lo haces, por lo regular te conviertes en un ser hostil, aislado, incapaz de comunicar lo que sientes. Yo lo hice. Hace siete años. Debí decir como me sentía. Debí explicar lo que tenía dentro. Pero no lo hice y eso me llevó a cometer severos errores en mis relaciones amistosas, personales y familiares. Desafortunadamente hoy creo muy difícil recuperar a mi familia pero lo voy a intentar por que de ahí tengo, quiero partir.
Sí, estuve en Cuernavaca a punto de cometer el peor error de mi vida y de paso, joderle la vida a dos personas. Estuve en dónde creí que habían comenzado todos mis problemas. Estuve en el lugar dónde terminó una historia y comenzó otra. Y a segundos de que cometiera una estupidez, una llamada cambió todo. Paco me necesitaba de regreso en Chilpancingo. Dos horas y media después, la historia que yo viví hace 7 años, él la sufrió. Una infidelidad le quitó las ganas de muchas cosas. Y los dos culpamos a las personas equivocadas cuándo en realidad los únicos culpables de nuestra situación somos nosotros mismos.
Sí. Tengo un problema muy feo. No sé dejar ir. No sé abandonar. Y, según recuerdo, Robert DeNiro, mi Bobby, lo resume así en Heat: "siempre tienes que estar listo para dejar ir por que nunca sabes cuándo tendrás que partir sin poder llevarte todo lo que quisieras llevarte contigo". En ese caso él se refería a que en determinado momento tendría que huir de la ley y abandonar todo, puesto que era un ladrón. En mi caso, tal vez se refiera a que tengo que estar consciente que no me puedo quedar con las cosas que quiero cerca de mí todo el tiempo.
Y anoche, noche del lunes, en medio de la lluvia y de mi callada desesperación, aprendí a compartir esos sentimientos con la persona que se ha convertido en mucho más que un amigo. Desafortunadamente, él tuvo que sufrir un golpe terrible para comprender lo que yo ya sabía desde hace tiempo en mí: estamos solos a menos que nos apoyemos los unos en los otros. Fue como una revelación asimoviana. De que somos una broma cósmica indiferente. Pero que tenemos solución. Y comenzaremos con recuperar las vidas que perdimos por casi diez años: nuestras vidas. Así es. A los 31 y 35, volveremos a los antros, a ponernos de khaki y mezclilla, a conquistar viejas como lo hacíamos antes. Sí. El ejército indestructible que fuimos una vez, comienza de nuevo...

Y, señoras y señoras, que comiencen los juegos, por que si antes éramos de peligro, ahora somos lo peor que le puede pasar al mundo. Que guarden a sus hijas y que saquen las botellas.

Wednesday, October 11, 2006

Una noche de verano

Esta historia es real. No sé a quién le pasó aunque si sé que pasó por que la viví de cerca. Eran dos personas demasiado cercanas a mí pero una de ellas estaba lejos por que nunca quiso acercarse. Me dolió tanto todo esto que preferí olvidar todo. De verdad. Bloqueado. Hasta hoy. Creo justo hablar de esto y creo justo hablarlo aquí y ahora. Perdón si sabes quién fuiste. Eras tú y era yo. Y tú te fuiste y él que se queda recuerda. Y yo recordé. Y aunque nunca supiste la parte que me tocaba, creo que alguien te la contará. La parte que te tocó yo no la supe hasta hace un año y aunque complementó mi memoria perdida por diez años, no pude evitar que me doliera así como tú no podrás evitar que te duela esto que vas a leer.

Un atardecer. Una colina rodeada de casuchas en un muy mal barrio. Tú y él llegaron a tomar un helado y mirar el atardecer sobre las montañas de Chilpancingo. Él tenía otras intenciones para contigo pero tú lo sabías y no te importaba. Muy probablemente la oveja con piel de lobo era él y tú al contrario. De pronto, la pesadilla se desató para todos. Y tú viviste la tuya sin saber que acá vivía la mía. Y apenas comenzaba.

Seis tipos. Un par de armas. Un cobarde que vivió y un valiente que murió por dentro. Una niña que quedó atrapada dentro del cuerpo de una mujer que nunca supo encontrar el camino de vuelta a ser mujer y niña y joven y preciosa persona.

Les quitaron el auto. Te violaron. Una. Dos. Muchas veces. A él lo golpearon. Pidió piedad como nena. Rogó que no lo tocaran y te dejó sola, ahí a tu suerte mientras huía "por ayuda".

Tu mamá no me llamó hasta bien entrada la noche. 21 años tenía yo. Cuándo me contó que tu precioso príncipe había aparecido y que quería pedirme ayuda pero no podía por el conflicto, dentro de mí, todo se quebró. Y los dos segundos de indecisión entre encogerme de hombros y seguir durmiendo y levantarme, vestirme, llamar a quién llamé, la ayuda de plomo con cañón recortado que me dio ese hombre que siempre será más padre para mí que todos los que tuve, esa noche, mientras a tí te rompían la voluntad, a mí me encendían un fuego dentro que nunca se apagó.

Sí. Los encontramos. Yo de metiche, el Gordo, amigo judicial de mi papá, Chucho Luchas, otro judicial. Los encontramos y te juro por Dios que nunca gocé más una golpiza. Tú dormías en el hospital. Y yo despertaba al animal que tántas veces les he rogado dejar en paz. Y los patée y los golpée y ayudé a conectar el cable para hacerlos aúllar y hablar y dije mil veces "no" cuándo el Gordo me preguntaba "¿ya, m'ijo?". Y dije "ni madres" cuándo el más chico de los asaltantes me pidió que ya, que no quería hacer daño. Y te juro por Dios santo que es verdad, que estuve a punto de matar por tí. Pero más por mí. Por eso que se murió esa noche con mi inocencia. Por qué, ¿te acuerdas que pasó cuándo despertaste tres días después en tu cuarto de hospital?.Me viste. lloramos. Y pediste por el. Por el cobarde hijo de puta que te dejó sola. Por el cobarde hijo de perra que sostuvo tu mano ante el altar un año más tarde. Por el cobarde hijo de su chingada madre que nos jodió a todos y siempre juró que todos lo habíamos jodido.

Si. Te violaron. Sí, ayudé a encontrar a los culpables. Sí, casi los maté. Sí, ellos fueron los mismos que mataron a los chicos en el cerro del Huiteco. Sí, esta historia es cierta. Y hoy la recordé. Y me duele, Mucho.